Un fantasma recorre Europa: el fantasma del desconcierto. La crisis económica en la que poco a poco nos van hundiendo los sub prime, los circuitos financieros y la burbuja inmobiliaria de este cielo cada vez más enladrillado, está terminando por sumirnos en una perplejidad difícil de digerir. Y frente a la desorientación que provoca ver cómo se asemeja nuestro mejor de los mundos posibles a ese corralito argentino de tan nefastos recuerdos, resulta tentador buscar cobijo en aquel sueño alquimista de encontrar esa piedra filosofal capaz de convertir en oro las peores zozobras bursátiles.
La fórmula es aparentemente sencilla. La recordaba hace poco Massimo D’Alema a propósito de los aprietos electorales que estos días acosan a los italianos. El único conjuro viable a estas alturas del partido es: la cuadratura del círculo. La receta resulta fácil de recordar. No en vano se ha convertido en todo un mantra que los gurús surgidos de cualquier máster de Economía de tres al cuarto no dejan de repetir desde hace más de veinte años: la liberalización. El reto está en evitar que salte por los aires la cohesión social... si es posible, claro.
D’Alema, feliz tras haberse liberado del “condicionamiento ideológico” de Fausto Bertinotti, no tiene reparos en reivindicar para su moderno centro-izquierda el monopolio de tan efectivo bálsamo de Fierabrás contra los males económicos. Un ungüento maravilloso que si bien es cierto que agrava “las diferencias sociales”, consigue obrar el milagro que permite olvidarse de tan insignificante contratiempo: logra que los empresarios estén encantados con Walter Veltroni.
Así, superado el lastre de la lucha de clases, el juego se reduce ahora a la pugna despiadada de talantes. Es, sin duda, un campo de batalla donde el ex alcalde de Roma se halla cómodo. No en vano, forma parte de ese selecto club de líderes políticos ungidos con ese carácter de altas miras que tan bien encarna en Madrid José Luis Rodríguez Zapatero. Una coincidencia de aureolas que ha llevado al presidente español a ir en apoyo del romano, al tiempo que afronta su segundo mandato con vocación de gran estadista en tiempos de crisis, o lo que es igual, ingeniero absoluto de la cuadratura del círculo.
En realidad, tampoco le resulta tan caro a Moncloa conservar esos maquillajes socialdemócratas. Poco más de cuatrocientos euros por contribuyente y ya está. El resto de las cuentas deberá ajustarla la calculadora de Pedro Solbes con operaciones aritméticas hechas sobre la base de viejas fórmulas como la moderación salarial. Todo un guiño apaciguador a los empresarios españoles quienes estos días, como si de un aviso a navegantes se tratara, alertaban maliciosamente de que cientos de miles de personas perderán su trabajo en los próximos meses.
Pese a ello, el flamante ministro de Economía insiste día a día en tranquilizar a los escépticos que barruntan la que se avecina. Tal vez Solbes encuentre en el embajador de Estados Unidos en Italia un buen aliado para evitar los nervios traicioneros. Ronald Spogli hace gala de americano impasible y se muestra plenamente tranquilo ante los resultados electorales. A fin de cuentas el diplomático no tiene la menor duda en asegura que Berlusconi y Veltroni son intercambiables. Pues eso: la cuadratura del círculo.
1 comentario:
Ja havia llegit l'entrevista d'Alema i m'havia cabrejat amb la jeta de l'ex capo del PCI. Supose que, a hores d'ara, al seu curriculum haurà esborrat els anys de la seua pertinença al difunt partit de Nenni i, fins i tot, de Berlinguer i el seu euro"comunisme".
Si els morts partisans alçaren el cap...!
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